El oficio emergió con el cese del paso de vehículos por los puentes, a raíz del bloqueo de la zona, y puede desaparecer con la reactivación total de los tramos binacionales
Jonathan Maldonado

Los carretilleros temen quedarse sin el empleo. (Foto: Jonathan Maldonado)
El cierre de frontera hizo que nacieran oficios informales que llevan años prestando servicios en los pasos formales e informales. Los llamados “carretilleros” forman parte de ese grupo que emergió a raíz del cese de la circulación de vehículos particulares y de transporte público por los tramos binacionales, y en especial por el puente internacional Simón Bolívar.
Víctor Acosta, de 30 años, lleva ocho años radicado en frontera. Dejó su tierra natal, Yaracuy, para echar raíces en un territorio donde aprendió el oficio de “carretillero”, un trabajo informal que le permite llevar el sustento a su casa. Vive en San Antonio del Táchira con su esposa e hija.
“Ese fue el trabajo que conseguí acá en frontera. Son maletas y bultos de acá para allá”, manifestó el joven con el temor avivado desde que comenzó a darse la reactivación formal de frontera, pues su oficio, lo más seguro, es que se extinga una vez que por los puentes empiecen a circular vehículos de todo tipo.
“Si abre la frontera por completo, uno quedaría desempleado, ya que entrarían y saldrían buses, y quedaríamos en el aire”, puntualizó Acosta mientras traía a colación la reciente información que salió en medios de comunicación, en la que se señala que para el 1° de enero de 2023, los carros cruzarían por los puentes. La fecha salió del ministerio del Transporte de Colombia.
“Vamos a desaparecer”, prosiguió el ciudadano, al tiempo que estimaba un aproximado de 400 personas dedicadas al oficio. En este caso, no descarta la posibilidad de retornar a su estado de origen. Es consciente que con una frontera 100 % activa, su trabajo quedaría totalmente relegado.
Aunque fue por poco tiempo, Acosta probó el área de las minas; sin embargo, tras experimentar en el nicho del paso de mercancías y maletas por puente o trochas, decidió enfocarse en eso, y lleva más de un lustro desempeñándolo. “Quise probar en frontera y aquí sigo”, acotó.
“10, 15 ó 25 mil pesos”
El ciudadano tiene sus tarifas. Si el cliente va por el puente, cobra entre 10 a 15 mil pesos. “Si la persona, por cualquier motivo, escoge las trochas, la cifra asciende a 25 mil pesos o más”, ya que el trayecto se hace más largo, engorroso de cruzar, sobre todo cuando se registran precipitaciones.
“Preferiblemente, cuando se transita por la trocha no uso la carretilla, sino que me monto el costal, la maleta o mercancía al lomo”, enfatizó quien, en ese instante, pasaría a ser un “lomotaxista”. “En mi caso, me salen más clientes por el puente”, resaltó durante su jornada y en las cercanías al puente.
De todos los que se dedican a este oficio, un 98 % son venezolanos y provienen del centro del país y otras regiones. “Todos hablamos de eso. Al abrir el puente para vehículos, esto se acaba, pues nadie va a emplear las carretillas, usarían los buses o carros por puesto para aliviar la carga”, destacó, para luego lanzar una interrogante con tono de angustia: “¿Ahora qué vamos a hacer…?”