Tiene más de 80 años derrochando talento, compromiso y ejemplo de vida en la frontera
Por Jonathan Maldonado
La inquietud por la música se le fue desarrollando a Francisco Antonio Barrera cuando apenas rayaba los siete años de edad. En ese entonces, aún vivía en Colombia, tierra que lo vio nacer y dar sus primeros pasos artísticos.
El mentor de Barrera fue su padre, el señor León Barrera, quien vio en su hijo el talento musical y lo fue encaminando en un mundo que hoy, a sus 92 años, lo maneja a la perfección.
Ya a los 14 años, el caballero de la música empezó a manejar las canciones gregorianas. Con mucha disciplina, su progenitor lo fue sumergiendo por esas rutas artísticas, cargadas de responsabilidad y mucha dedicación.
Este tipo de aprendizaje lo mantuvo ligado, desde niño, a la iglesia católica, donde fungió como corista. Para Barrera, el verdadero corista es el que ha aprendido gregoriano.
«No es por ser pretencioso, pero acá en el Táchira no hay corista como yo», indicó el nonagenario con la seguridad que le confiere la experiencia, el largo camino transitado y su edad, 92 años, piso al que llegó este miércoles, 14 de julio, desde la felicidad y tranquilidad de su hogar.
Francisco Antonio Barrera nació en 1929 en el municipio Cucutilla, en el departamento de Norte de Santander, en Colombia. Sin embargo, la mayor parte de su existencia ha transcurrido en la frontera, específicamente en el municipio Bolívar.

Para Barrera, el verdadero corista es el que ha aprendido gregoriano. (Foto/JM)
En esta zona edificó, además del legado musical, a su familia, la cual está conformada por sus siete hijos, 10 nietos y ocho bisnietos. Este miércoles, en su nueva vuelta al sol, lo acompañaban algunos.
Por años, la Basílica Menor San Antonio de Padua lo vio entregar su talento a Dios. Siempre fue muy devoto y estuvo cargado de fe. «La música es lo principal de mi vida, lo que aprendí», resaltó desde el porche de su vivienda donde se estaban dando los preparativos para no pasar por alto su cumpleaños.
El legado de Barrera está más vivo que nunca. Cuando agarra cada instrumento, lo demuestra. También se puede evidenciar en las muestras de cariño y respeto que las comunidades, amigos y vecinos le demuestran cuando lo ven.
Su esposa, la señora Irma Maldonado, con 82 años, es su principal acompañante y admiradora. A ella, se unen sus hijos, nietos y bisnietos.